A finales de 1924, Bix Beiderbecke inició una serie de grabaciones con los Sioux City Six, junto al saxofonista en do Frank Trumbauer (1901-1956), marcando el comienzo de una asociación que perduraría a lo largo de toda su carrera. El saxofón C-melody, cuya popularidad se extendió en los primeros años del siglo XX, se caracterizaba por su sonoridad potente y flexible —una especie de intermedio entre el alto y el tenor— y su afinación en do, compatible con el piano. Trumbauer fue su principal y casi único exponente destacado, y su timbre dulce, su lirismo y su uso expresivo de smears y glides introdujeron una delicadeza inédita en el saxofón de jazz. Esta aproximación ejerció una influencia decisiva en saxofonistas negros de la época, entre ellos Lester Young y Benny Carter.

Beiderbecke y Trumbauer se consolidaron como figuras centrales de una generación de músicos blancos nacidos entre 1904 y 1909, frecuentemente denominados “la generación de Bix”. Entre ellos sobresale la Austin High Gang, un grupo formado por alumnos del Austin High School de Chicago, que incluía al pianista Joe Sullivan, al baterista Dave Tough, al saxofonista tenor Bud Freeman, al cornetista Jimmy McPartland y al clarinetista Frank Teschemacher. Otros colaboradores relevantes fueron Benny Goodman, Pee Wee Russell, Don Murray, Eddie Condon, Adrian Rollini, Gene Krupa y Red McKenzie.

El estilo Chicago surgió a partir de la imitación de las bandas de Nueva Orleans, pero evolucionó hacia una propuesta más rítmicamente dinámica, combinando solos extensos con secciones polifónicas y un fraseo más agresivo y flexible. Para estos músicos blancos, vincularse con la tradición afroamericana constituía un gesto de audacia cultural, casi una provocación frente a los valores conservadores de sus familias y de la sociedad de la época. En palabras de Eddie Condon, el estilo buscaba “molestar a los republicanos” y, al mismo tiempo, reinterpretar el jazz con una sensibilidad propia.

La carrera de Beiderbecke, truncada prematuramente a los 28 años por los efectos del alcoholismo, consolidó su figura mítica. Entre 1924 y 1930 realizó numerosas grabaciones, pero su punto culminante se alcanzó en 1927, junto a Trumbauer y el guitarrista innovador Eddie Lang, bajo el sello de Frankie Trumbauer & His Orchestra. Obras como “Singin’ the Blues” se consideran piezas maestras, reproducidas y reinterpretadas por innumerables músicos, y representan la síntesis de su estilo lírico, sobrio y técnicamente refinado. Así, Bix Beiderbecke se erige como la primera gran estrella blanca del jazz, cuya influencia trasciende generaciones y cuya obra permanece como un referente imprescindible para el estudio del jazz de la década de 1920.

Por Marcelo Bettoni

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