En el vertiginoso mundo del jazz de principios del siglo
XX, donde la improvisación y la experimentación se entrelazaban con la
tradición, pocos músicos lograron dejar una huella tan profunda como Miff Mole.
Con una carrera que abarcó desde la era del jazz tradicional hasta los
experimentos de la radio, Mole no solo fue un virtuoso del trombón, sino
también un pionero que redefinió el papel del instrumento en el jazz. Su
impronta sigue vivo, no solo en las partituras y grabaciones que dejó atrás,
sino en la técnica que los trombonistas modernos siguen estudiando.
Miff Mole nació en Roosevelt, Nueva York, en 1898, en una
época en la que el jazz aún estaba naciendo en las calles de Nueva Orleans y otras
ciudades estadounidenses. Desde pequeño mostró interés por la música,
comenzando su formación en el violín y el piano antes de decantarse por el
trombón a los 15 años. A partir de ahí, su carrera despegó rápidamente,
comenzando con la Orquesta de Gus Sharp, una de las primeras bandas en las que
trabajó, y rápidamente se unió a la vibrante escena de Nueva York, donde
comenzó a tocar con algunos de los grandes nombres del jazz de la época.
En la década de 1920, Mole se destacó como miembro de la
banda Original Memphis Five, uno de los grupos más influyentes del jazz
temprano. Fue en este período cuando desarrolló su estilo único, caracterizado
por un enfoque melódico y rítmico en el trombón que aún resonaría en las
generaciones de músicos que lo siguieron.
En 1926, Mole formó su propia banda, Miff Mole and His
Little Molers, un grupo que se convirtió en uno de los más innovadores de
la época. Junto con el trompetista Red Nichols, Mole creó una agrupación que no
solo grababa de manera prolífica, sino que también estableció una base sólida
para el desarrollo de la música de jazz en Nueva York. Las grabaciones de la
banda fueron algunas de las más representativas de la era del jazz, incluyendo
piezas como “Slippin’ Around” y
“Red Hot Mama”, que cuentan con la voz de la célebre Sophie
Tucker.
Lo que realmente distingue a Mole de otros trombonistas
de su tiempo es la forma en que llevó el trombón del rol de apoyo a una
posición protagonista en el jazz. Si bien el trombón tradicionalmente se usaba
para enriquecer las secciones de metales, Mole lo convirtió en un instrumento
solista, capaz de brillar por derecho propio, tocando melodías complejas y
ricas en matices.
La llegada de Jack Teagarden a Nueva York en 1928 marcó
un cambio en la escena del trombón. Con su enfoque más suave y bluesero,
Teagarden rápidamente se ganó el título de nuevo ícono del trombón. Aunque Mole
fue desplazado como el modelo principal de trombonistas, su estilo seguía
siendo una influencia primordial en los músicos que venían detrás.
A pesar de este cambio, Mole continuó siendo una figura
esencial en la música de la época. A finales de los años 20 y principios de los
30, trabajó en varias orquestas de radio, incluidas las de NBC, y fue miembro
de la orquesta de Paul Whiteman entre 1938 y 1940. Durante esta etapa, su
estilo experimentó una evolución influenciada por el enfoque más melódico y
relajado de Teagarden, lo que llevó a Mole a adoptar un sonido más suave y
sofisticado, aunque sin perder su capacidad para la improvisación explosiva.
A medida que los años avanzaron, la salud de Mole comenzó
a decaer. En 1945, una cirugía de cadera complicó su salud, y en la década de
1950, sus actuaciones se volvieron esporádicas. Sin embargo, su amor por el
jazz y su pasión por la música nunca desaparecieron, y se convirtió en una
figura habitual en los clubes de jazz de Nueva York, donde tocaba con amigos
como Pee Wee Russell y Baby Dodds.
Su última actuación tuvo lugar en 1960, un año antes de
su muerte a los 63 años debido a una hemorragia cerebral. A pesar de las
dificultades de sus últimos años, Mole dejó un legado imperecedero en el mundo
del jazz, y su influencia en el trombón sigue siendo evidente en los
trombonistas modernos. Fue uno de los primeros músicos en usar el trombón como
un instrumento solista en el jazz, estableciendo una base sólida sobre la que
muchos trombonistas posteriores, como Tommy Dorsey y Jack Teagarden,
construirían sus propios estilos. Su capacidad para fusionar la técnica
impecable con la emoción pura en sus interpretaciones hizo que su trombón se
convirtiera en un vehículo para la expresión personal, algo que pocos
trombonistas habían logrado antes de él.
Como dice Tommy Dorsey, uno de sus grandes admiradores:
“Miff Mole fue el trombonista de los trombonistas”. Y, en efecto, su influencia
sigue vivo no solo en las transcripciones de sus solos, sino también en la
manera en que los trombonistas continúan explorando las posibilidades del
instrumento en el jazz moderno.
Por Marcelo Bettoni