Pioneros de la Guitarra en el Jazz: Parte 5
Continuamos con una nueva entrega de nuestra serie dedicada a los pioneros de la guitarra en el jazz, adentrándonos en la trayectoria de músicos fundamentales para el desarrollo de este instrumento dentro del género.
Conocido como el “padre de la guitarra de jazz”, Eddie Lang fue el primer gran solista del instrumento en este estilo musical. Su manera de tocar elevó la guitarra más allá del acompañamiento rítmico, dotándola de un papel melódico y expresivo. Lang brilló en dúos junto al violinista Joe Venuti y fue pieza clave en las orquestas de Paul Whiteman y Bing Crosby. Su técnica limpia y su enfoque armónico innovador sentaron las bases para los guitarristas del swing y estilos posteriores. Grabaciones como April Kisses o sus duetos con Lonnie Johnson muestran su virtuosismo y sensibilidad musical.
Papa Charlie Jackson fue uno de los primeros músicos afroamericanos en grabar blues acompañándose con un banjo-guitarra, un instrumento híbrido que aportaba volumen y claridad en las grabaciones acústicas de la época. Su estilo mezclaba blues, ragtime y aires del jazz temprano, con un fuerte componente rítmico y una voz carismática. Jackson influyó no solo en los guitarristas de blues, sino también en los primeros intérpretes de jazz, demostrando cómo la guitarra podía liderar y acompañar al mismo tiempo.
Elmer Snowden fue un músico versátil que destacó como banjoísta y guitarrista en los albores del jazz. Fundador de los Washingtonians —el grupo que dio inicio a la carrera de Duke Ellington—, su trabajo fue clave en la creación del sonido de las primeras grandes bandas. Como acompañante, combinó el ritmo firme del banjo con la riqueza armónica que luego trasladó a la guitarra. Snowden también fue un importante mentor de jóvenes talentos y un puente entre el jazz primitivo y el swing.
La figura de Charlie Dixon fue esencial en los conjuntos de Fletcher Henderson. Dixon aportó un acompañamiento sólido y elegante desde el banjo y la guitarra. Su forma de marcar el ritmo contribuyó al desarrollo del swing temprano, logrando un balance perfecto entre la función rítmica y el color armónico. Su estilo influyó en muchos músicos de las secciones rítmicas durante la transición del banjo a la guitarra en las big bands.
Mancy Carr, a veces citado erróneamente como Manny Cara, fue un destacado banjista y guitarrista en las orquestas de baile y pequeños conjuntos de la década de 1920. Activo en la escena de Chicago desde 1924, trabajó con figuras como Carroll Dickerson y Lottie Hightower, y participó en grabaciones históricas con la segunda formación de los Hot Five de Louis Armstrong. Su trabajo ilustra el papel clave del banjo-guitarra como sostén rítmico en la era previa a la amplificación eléctrica, así como la importancia de los músicos de sesión en la difusión del jazz clásico.
Lee Blair es recordado como un gran acompañante, con un sentido del tiempo y del groove que dio soporte a bandas como las de Luis Russell y King Oliver. Su trabajo en el banjo y más tarde en la guitarra aportó la base firme que permitió el lucimiento de solistas y secciones de viento. Blair representó la figura del músico de conjunto cuya contribución es imprescindible, aunque rara vez ocupe el centro de la escena.
Todos ellos ayudaron a definir el papel de la guitarra y el banjo en el jazz, abriendo camino para las generaciones que transformarían estos instrumentos en vehículos de expresión solista y armónica. Sus grabaciones y legado siguen siendo un tesoro para quienes exploran las raíces del género.
Invitamos a los lectores a seguir esta serie en próximas entregas, y a profundizar estos temas en el libro Las Rutas del Jazz, así como en el blog y podcast que acompañan esta publicación.
Por Marcelo Bettoni