La historia del jazz no puede contarse sin mencionar a Ferdinand
“Jelly Roll” Morton, una de las figuras más influyentes en el
desarrollo de este género. No solo fue un compositor visionario y un líder de
banda excepcional, sino también el primer gran teórico del jazz, una música
que, en sus inicios, era considerada más un fenómeno cultural que un arte digno
de estudio. Morton transformó la efervescencia del jazz de Nueva Orleans en una
forma más estructurada y consciente, sin perder la chispa de la improvisación
que lo define. 

En 1915, Morton publicó Jelly Roll Blues, considerada la primera
composición formal de jazz, lo que le valió el título de “primer gran
compositor” del género. Aunque el jazz ya existía en las calles y salones
de Nueva Orleans, Morton entendió la importancia de plasmarlo en papel para
perpetuarlo. Su habilidad para combinar elementos de ragtime, blues, minstrelsy
y música de marcha resultó en un estilo único que prefiguraba muchas de las características
del swing de las décadas posteriores. 

El apogeo de su creatividad se encuentra en las grabaciones de los Red Hot
Peppers (1926-1930). Canciones como Black Bottom
Stomp y The Pearls
no solo son piezas maestras del jazz, sino también
ejemplos de cómo Morton lograba equilibrar partes complejas de conjunto con
solos improvisados. Para él, el jazz no era solo caos melódico; era una
conversación dinámica entre músicos, un delicado balance entre estructura y
libertad. 

 Un Virtuoso del Piano 

Además de su labor como compositor y líder, Morton fue un pianista
excepcional. Su dominio del teclado le permitía emular el sonido de toda una
banda, una habilidad que desplegó en piezas como The Crave. En un momento en que muchos pianistas se limitaban a
interpretar ragtime, Morton exploraba texturas, ritmos y dinámicas que
empujaban los límites del instrumento hacia nuevas dimensiones
jazzísticas. 

 El
Filósofo del Jazz 

El título de “filósofo del jazz” se lo ganó no solo por su genio
musical, sino por su capacidad para reflexionar sobre los principios que regían
este arte. En 1938, durante sus entrevistas con Alan Lomax para la Biblioteca
del Congreso, Morton ofreció una visión única del jazz de Nueva Orleans. Estas
grabaciones no solo documentan su música, sino también su perspectiva sobre el
papel de la improvisación colectiva, la importancia del “swing” y las
sutilezas que distinguían el jazz de otros géneros contemporáneos. 

Morton insistía en que el “ingrediente secreto” del jazz era el
Spanish tinge (toque español), un elemento rítmico que incorporaba influencias
caribeñas y latinas, enriqueciendo la música con una diversidad cultural única.
Este enfoque globalizado hacía del jazz un lenguaje universal, algo que Morton
comprendió mucho antes de que el mundo reconociera su potencial global. 

A pesar de su genio, Morton sufrió un declive en su carrera durante los
años 30. La Gran Depresión y los cambios en la industria musical lo dejaron en
el olvido, mientras que músicos como Louis Armstrong adaptaron con éxito sus
estilos a las nuevas tendencias. Morton, fiel a sus raíces, no logró ajustarse
al mercado comercial y murió en 1941, justo cuando su música comenzaba a ser
redescubierta con el renacimiento del jazz tradicional. 

Sin embargo, su legado permaneció intacto. Temas como Dead Man Blues y Sidewalk Blues muestran la amplitud de su
imaginación y su habilidad para transformar elementos de la vida cotidiana en
arte musical. Su música sigue siendo una piedra angular del repertorio del jazz
clásico, y su influencia se siente en cada rincón donde el jazz florece. 

Morton también reconoció la importancia de las bandas de metales en la
formación del jazz. Estos grupos, fundamentales en la vida cultural de Nueva
Orleans, proporcionaban la música para todo, desde desfiles hasta funerales.
Aunque inicialmente no fueron considerados comerciales por la industria
discográfica, fueron esenciales para mantener viva la tradición. Gracias a
grabaciones posteriores de bandas como la Eureka Brass Band, realizadas por
pioneros como Bill Russell y Alden Ashforth, hoy podemos apreciar una parte
vital del patrimonio musical de Nueva Orleans. 

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