Preservation Hall: educación y transmisión cultural en el corazón de Nueva Orleans
Por Marcelo Luis Bettoni
Cuando se habla de Nueva Orleans como la cuna del jazz, no es sólo una referencia geográfica ni un dato anecdótico. Es una afirmación viva, audible en cada rincón del Barrio Francés. En medio de esa efervescencia cultural, Preservation Hall se alza como un símbolo de resistencia, transmisión y educación, no sólo de la música tradicional de jazz de Nueva Orleans, sino también de los valores comunitarios que le dieron origen.
Fundado en 1961 por Allan y Sandra Jaffe, Preservation Hall surgió con la intención de preservar y celebrar la música tradicional que corría peligro de ser desplazada por las modas comerciales. Lo que comenzó como un pequeño espacio para escuchar a los viejos músicos afroamericanos de la ciudad –marginados en una sociedad aún profundamente segregada– pronto se transformó en un santuario sonoro y pedagógico. En ese sentido, Preservation Hall no sólo preserva una estética musical, sino una ética de transmisión cultural
La educación en Preservation Hall no sigue un formato académico tradicional, pero su alcance es profundo. A través de la Preservation Hall Foundation, creada en 2011, se desarrollan programas educativos dirigidos a jóvenes músicos locales, muchos de ellos pertenecientes a comunidades históricamente desatendidas. Clases magistrales, talleres en escuelas públicas y privadas, mentorías personalizadas y oportunidades de tocar junto a músicos veteranos forman parte de un ecosistema que nutre y prepara a las nuevas generaciones en un legado vivo.
La Fundación también proporciona instrumentos musicales, becas y acceso a recursos culturales que permiten a los jóvenes desarrollar no sólo sus capacidades técnicas, sino también su identidad dentro de una tradición que combina raíces africanas, espiritualidad afroamericana, e imaginación creativa en comunidad. En Nueva Orleans, donde la música es una forma de hablar, recordar, resistir y sanar, el acceso a esta educación representa una forma de justicia socia
Uno de los grandes logros de Preservation Hall es demostrar que la tradición no está reñida con la innovación. Sus programas fomentan el aprendizaje de los estilos clásicos del jazz –aquellos que interpretaron leyendas como George Lewis, Kid Thomas Valentine o Sweet Emma Barrett– pero también promueven el diálogo con artistas contemporáneos. En ese cruce intergeneracional, donde el respeto por los mayores se entrelaza con la energía juvenil, florecen nuevas formas de hacer jazz, enraizadas pero abiertas.
Además, desde 2015 la iniciativa “Preservation Hall Jazz Band Music Education Program” ha llevado estas experiencias más allá de las fronteras de Louisiana. Giras, festivales y alianzas con instituciones educativas han permitido exportar este modelo de enseñanza a otros contextos, ampliando la comprensión del jazz como lenguaje cultural de resistencia, identidad y comunidad.
En el contexto histórico del sur de Estados Unidos, enseñar y aprender música negra tradicional siempre fue, y sigue siendo, un acto de afirmación cultural. Preservation Hall encarna ese gesto con una visión educativa que no se reduce al virtuosismo técnico. Educar, allí, es también recordar; es devolver la dignidad a los sonidos que fueron despreciados por siglos; es construir puentes entre generaciones que, sin estos espacios, quizás nunca se encontrarían.
En tiempos donde la cultura se consume velozmente y se olvida con igual rapidez, Preservation Hall enseña a detenerse, a escuchar, a valorar. Lo hace sin estridencias, desde un pequeño edificio sin pretensiones, con bancos de madera y sin amplificación. Pero detrás de esa sencillez se esconde una de las instituciones educativas más poderosas del mundo del jazz
En su silencio reverente y en cada nota que suena entre sus paredes, Preservation Hall educa. Y en ese acto, honra al pasado mientras siembra el porvenir.

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