La historia del jazz
está llena de momentos clave, lugares icónicos y figuras que dejaron una huella
imborrable. Entre estos hitos, la importancia de los barcos fluviales en el
desarrollo temprano de muchas agrupaciones es una pieza que a menudo queda
relegada a un segundo plano. Este es el caso de los New Orleans Rhythm Kings
(NORK), una banda pionera cuya historia y sonido se forjaron en gran medida a
bordo de los famosos barcos excursionistas del río Misisipi y sus afluentes.
A comienzos del siglo
XX, los grandes ríos estadounidenses no solo eran vías de transporte, sino
también escenarios culturales y musicales en movimiento. Los barcos
excursionistas, como los construidos por la compañía Streckfus Steamers,
ofrecían entretenimiento a los pasajeros durante las temporadas de verano,
creando espacios únicos para que músicos de jazz y otros estilos desarrollaran
sus habilidades y experimentaran con nuevas ideas.
Los músicos debían
afrontar largas jornadas, a menudo varias horas al día, con múltiples
presentaciones que demandaban repertorios amplios y una versatilidad notable.
Este ambiente fomentaba la creatividad, la cohesión grupal y la capacidad de
adaptación, características que serían vitales para el éxito posterior de las
bandas que surgieron de estas experiencias.
En la temporada de
excursiones de 1920, figuras como Emmett Hardy (cornetista prodigioso de Nueva
Orleans), Leon Roppolo (clarinetista) y Lou Black (trombonista) pulieron su
arte a bordo del Capitol, uno de los barcos más prestigiosos de la flota
Streckfus. A ellos se sumó Arnold Loyacano, consolidando un grupo de músicos
que años después influirían decisivamente en la escena jazzística de Chicago y
más allá.
Simultáneamente, en
1921, otro conjunto de músicos con igual peso artístico se destacó durante toda
la temporada veraniega en St. Louis, a bordo del barco J. S. Allí tocaron Paul
Mares (trompetista y líder del grupo), Jack Pettis (saxofonista alto), George
Brunies (trombón) y Johnny Provenzano (bajo). Esta experiencia no solo
fortaleció sus habilidades técnicas, sino que forjó vínculos personales y
musicales que desembocarían en la formación de la famosa Friar’s Society
Orchestra.
La Friar’s Society
Orchestra, que incluía a muchos de estos músicos, se convirtió rápidamente en
un referente en Chicago, epicentro del jazz durante la década de 1920. En 1922
y 1923, con algunos ajustes en la formación, el grupo grabó bajo el nombre de
New Orleans Rhythm Kings, logrando una notoriedad considerable y un impacto
duradero en la historia del jazz.
La influencia de su
experiencia en los barcos fue clave. El rigor y la disciplina adquiridos, junto
con la necesidad de mantener el interés del público durante viajes largos,
moldearon un sonido que combinaba la tradición de Nueva Orleans con
innovaciones en la instrumentación y el arreglo. El NORK fue uno de los
primeros grupos en grabar un jazz colectivo con un sonido limpio y cohesivo,
anticipando desarrollos posteriores en el género.
A pesar de su
trascendencia, la historia riverboat de los New Orleans Rhythm Kings ha sido
minimizada o reducida a meros detalles biográficos en muchos relatos. Sin
embargo, la experiencia de tocar en los barcos Streckfus no solo fue una etapa
previa, sino un elemento formativo que definió la personalidad musical del
grupo.
Los músicos no habrían
alcanzado la misma sincronía ni la calidad interpretativa sin el trabajo
constante que implicaba la vida en los barcos. Además, los ríos y las ciudades
ribereñas funcionaron como un crisol cultural, donde el jazz se enriqueció con
influencias regionales y la interacción con públicos variados.
Entender la historia
del New Orleans Rhythm Kings requiere reconocer la importancia de sus raíces en
el entorno fluvial. Sus actuaciones en el Capitol y el J. S. no solo forjaron
su virtuosismo, sino que también crearon el espíritu colectivo que los
convirtió en pioneros del jazz moderno.
En definitiva, estas
raíces fluviales aportan una dimensión indispensable para comprender la
evolución del jazz en sus primeros años, revelando cómo un contexto particular
y exigente moldeó a uno de sus conjuntos más emblemáticos.
Por Marcelo Luis Bettoni