El 18 de mayo de 1945, en el patio trasero de la casa del clarinetista George Lewis, el productor William Russell montó una sesión de grabación que hoy podemos considerar un acto de rescate cultural (Russell, 1946). Lo que registró ese día con la Bunk’s Brass Band no fue solo música: fue el eco vivo de una tradición que estaba a punto de desvanecerse (Shipton, 2001).

La brass band en Nueva Orleans había sido, desde finales del siglo XIX, mucho más que una formación musical: era un símbolo comunitario. Estas agrupaciones acompañaban funerales, desfiles y actos cívicos, marcando el pulso de la vida social. Su repertorio combinaba marchas, himnos, blues y piezas de baile, interpretadas en dos fases rituales: la solemne marcha lenta hacia el cementerio y el vibrante regreso, con improvisaciones y un tempo jubiloso que arrastraba tras de sí a la multitud del second line (Hersch, 2003).

Cuando Russell llegó a Nueva Orleans en los años 40, encontró que esta práctica estaba en franco retroceso. Decidió entonces documentar la sonoridad de estas bandas antes de que los últimos exponentes desaparecieran (Russell, 1946). Convocó al trompetista Willie “Bunk” Johnson, figura semi-legendaria del jazz temprano, junto a integrantes de su orquesta de baile como Lewis, Jim Robinson (trombón), Lawrence Marrero (bombo) y Warren “Baby” Dodds (caja). Para reforzar la conexión histórica, incorporó a veteranos de la Onward Brass Band fotografiados ya en 1913: Isidore Barbarin (corno alto) y Adolphe “Tats” Alexander Jr. (corno barítono), ambos herederos de familias musicales de Luisiana (Shipton, 2001).

La pieza elegida, “In Gloryland” (título abreviado del himno decimonónico Over in the Gloryland, de Emmett S. Dean y James W. Acuff), recibe aquí un tratamiento característico del final de la procesión fúnebre (Abbott & Seroff, 2017). La introducción de Dodds en la caja establece un pulso firme, pronto reforzado por el bombo de Marrero. Las trompetas de Johnson y Louis “Kid Shots” Madison entonan la melodía en unísono o en armonía cerrada, con ocasionales ornamentos de Madison que realzan el discurso principal. El clarinete en mi♭ de Lewis aporta un registro agudo y decorativo, elemento típico de la tradición local. No hay solos extensos: la fuerza de la interpretación radica en el ensemble, un diálogo colectivo que refleja el espíritu comunitario de la tradición (Gioia, 2011).

Este registro, técnicamente rudimentario pero de gran potencia expresiva, es también un documento transicional. Muestra la última etapa en que las brass bands empleaban cornos de metal para las voces intermedias, antes de que, en formaciones posteriores como la Eureka Brass Band, se incorporaran saxofones, aportando una sonoridad más suave y rica en matices (Shipton, 2001; Hersch, 2003). La interpretación de la Bunk’s Brass Band conserva un timbre metálico característico y una textura polifónica ligera, reflejo del estilo tradicional de Nueva Orleans y de las décadas previas al jazz grabado.

La sesión de “In Gloryland” no solo ayudó a impulsar el revival del jazz tradicional en la posguerra, sino que selló en disco una manera de entender la música como vehículo de memoria y comunidad (Russell, 1946). Escucharla hoy es asistir a una procesión que avanza entre la solemnidad y la celebración, y en la que cada golpe de bombo y cada acento de trompeta nos recuerdan que el jazz, antes que un género, fue una forma de vida en las calles de Nueva Orleans.

Por Marcelo Bettoni

Formación instrumental

Línea melódica principal: 2 trompetas (Bunk Johnson y Kid Shots Madison), generalmente en unísono o armonía cerrada, con intervenciones ornamentales de la segunda trompeta.

Voz aguda decorativa: clarinete en mi♭ (George Lewis), que aporta brillo y filigranas, típico de las brass bands previas a 1920.

Voces intermedias: corno alto (Isidore Barbarin) y corno barítono (Adolphe Alexander), responsables de la armonización y del relleno armónico.

Base grave: bajo de metal (Joe “Red” Clark), que asume la función de tuba, marcando las fundamentales del acorde.

Ritmo: tambor redoblante (Baby Dodds) y bombo (Lawrence Marrero), con patrón de marcha en two-beat.

Guia de audición

Introducción rítmica: caja sola marcando la marcha.

Entrada de bombo y bajo de metal: consolidan el pulso binario.

Exposición del tema: trompetas y clarinete, con apoyo armónico de cuernos medios.

Repetición ornamental: Kid Shots Madison aporta contrapuntos y variaciones.

Clímax colectivo: aumento de la dinámica y densidad sonora.

Cierre: final de conjunto, típico de las marchas festivas.

Ausencia de solos individuales: prioriza la cohesión y el carácter comunitario.

Textura polifónica ligera: cada instrumento aporta líneas propias dentro de la armonía general.

Ritmo de marcha constante: sin swing marcado, pero con flexibilidad en acentos y ataques.

Timbre compacto y metálico: instrumentos de viento metal .

Referencias

Abbott, L., & Seroff, D. (2017). Sinful tunes and spirituals: Black folk music to the Civil War. University of Illinois Press.

Gioia, T. (2011). The history of jazz. Oxford University Press.

Hersch, C. (2003). Throwing down: New Orleans jazz and the second line tradition. Oxford University Press.

Russell, W. (1946). Jazz in New Orleans: Historical notes on brass bands. Jazzology Press.

Shipton, A. (2001). New Orleans: The jazz story. Continuum.

Bunk Johnson & Bunk’s Brass Band. (1945). In Gloryland [Recorded by G. Lewis session]. Folkways Records, 1960.

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