
Wayne Shorter es una de las figuras más influyentes en la evolución del lenguaje compositivo del jazz moderno, particularmente en el contexto del sistema pos-tonal y el postbop. Sus aportes trascienden ampliamente su labor como saxofonista: lo posicionan como un verdadero arquitecto de nuevas estructuras formales dentro del jazz, un músico que pensó la composición como campo abierto a la experimentación y a la ruptura de moldes.
Este artículo se centra en sus primeras obras —tanto como líder como durante su etapa con los Jazz Messengers de Art Blakey— y analiza cómo su enfoque compositivo anticipó las transformaciones radicales que implementaría junto a Miles Davis entre 1965 y 1968. En lugar de seguir las convenciones tradicionales del jazz, como la forma AABA de 32 compases o el blues de 12 compases, Shorter desarrolló un enfoque basado en la flexibilidad estructural, el uso de secciones asimétricas y formas no repetitivas, consolidando así un nuevo paradigma estético.
Desde fines de los años cincuenta, Wayne Shorter comenzó a destacarse no solo por su sonido distintivo en el saxofón tenor, sino también por su habilidad para concebir estructuras musicales innovadoras. A diferencia de muchos de sus contemporáneos, que aún se apoyaban en formas heredadas de la canción popular o el blues, Shorter experimentó con estructuras formales más libres y secciones de longitud irregular, rompiendo con los patrones simétricos y predecibles.
Durante su paso por Art Blakey and the Jazz Messengers (1959–1964), compuso numerosas piezas que evidencian este interés por formas no convencionales. Algunas mantenían una apariencia externa de AABA, pero internamente alteraban las proporciones tradicionales, generando tensiones formales novedosas que afectaban la percepción del fraseo y el desarrollo temático.
Ejemplos representativos de esta etapa:
“Sakeena’s Vision” (1960): forma AABA de 40 compases subdividida en 10 + 10 + 8 + 12.
“Ping Pong” (1961): estructura AABA’ de 36 compases (10 + 10 + 8 + 8).
“Sincerely Diana” (1960): forma A–A’–A2–B, de 26 compases (10 + 8 + 4 + 4).
“Sweet and Sour” (1961): melodía en forma AA’B de 38 compases (16 + 14 + 8); los solos se realizan sobre una versión abreviada de 34 compases (12 + 14 + 8).
Estas composiciones muestran que, si bien Shorter no abandonaba por completo los modelos formales tradicionales, los subvertía desde adentro, promoviendo nuevas formas de articulación armónica, fraseo y desarrollo melódico.
Una de las innovaciones más relevantes de Shorter es su exploración de lo que puede llamarse “forma de sección única” (single-section form). Este diseño elimina la necesidad de repeticiones formales (como el puente del AABA), en favor de un flujo musical continuo y fluido. Cada vuelta del tema es una sola progresión, abierta y flexible, propicia para la interacción espontánea entre los músicos.
Una manifestación temprana y célebre de este enfoque es “E.S.P.” (1965), compuesta para el segundo quinteto de Miles Davis. La obra consiste en una forma AA’ de 24 compases: 16 compases iniciales con dos finales alternativos de 4 compases cada uno. Esta estructura evita cualquier puente o sección contrastante, proponiendo en cambio un diseño cíclico con libertad interna.
Sin embargo, antecedentes de este concepto ya pueden rastrearse en composiciones anteriores como:
“Lester Left Town” (1960)
“Children of the Night” (1961)
“Witch Hunt” (1964)
“Virgo” (1964)
“Black Nile” (1964)
Entre 1965 y 1968, Shorter compuso para el segundo gran quinteto de Davis una serie de obras que redefinieron el concepto de forma en el jazz moderno. Según analistas como Keith Waters, David Ake y Paul Berliner, estas composiciones rompían con los formatos tradicionales, proponiendo una lógica abierta y dinámica en la que cada músico debía encontrar su lugar dentro de una estructura ambigua.
Características comunes de estas obras:
Longitudes de sección irregulares (7, 9, 11 compases, o subdivisiones complejas dentro del 4/4).
Ausencia de repeticiones o secciones simétricas.
Disolución del tema como entidad cerrada, reemplazada por células melódicas o gestos motívicos.
Un enfoque más narrativo que cíclico, orientado al desarrollo continuo.
Obras clave de esta etapa:
“E.S.P.” (1965)
“Orbits” (1966, Miles Smiles)
“Footprints” (1966)
“Dolores” (1967)
“Nefertiti” (1967)
“Fall” (1967)
“Masqualero” (1967)
En estas piezas, la forma deja de ser un contenedor rígido para convertirse en un espacio de interacción libre entre los intérpretes. La composición se convierte en una arquitectura abierta, donde la improvisación ya no decora, sino que construye sentido en tiempo real.
Wayne Shorter transformó radicalmente la noción de forma en el jazz moderno. A través de composiciones que desafiaban las estructuras heredadas, abrió el camino a una estética más libre, expresiva y abierta. Su trabajo temprano ya revelaba un pensamiento innovador, pero fue en el contexto del segundo quinteto de Davis donde sus ideas alcanzaron su máxima expresión.
Al reemplazar la lógica cíclica por una narrativa, al introducir estructuras irregulares, y al concebir la forma como un proceso en evolución constante, Shorter redefinió la relación entre composición e improvisación. Su legado permanece como un faro para generaciones de músicos que buscan expandir los límites del lenguaje jazzístico.
Por Marcelo Bettoni
Bibliografía consultada
Berliner, Paul. Thinking in Jazz: The Infinite Art of Improvisation. University of Chicago Press.
Chambers, Jack. Milestones 2: The Music and Times of Miles Davis.
Coolman, Todd. “The Miles Davis Quintet of the Mid-Sixties: A Historical and Analytical Study.”
Gridley, Mark. Jazz Styles: History and Analysis.
Strunk, Steven. “Notes on Harmony in Wayne Shorter’s Compositions.”
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