A finales
del siglo XIX, Nueva Orleans era un crisol cultural en el que confluían
influencias africanas, caribeñas, europeas y criollas. En este contexto nació
el jazz, un género que, según algunas narrativas, tuvo a Storyville como su
cuna. Sin embargo, la relación entre este distrito y el desarrollo del jazz es
un tema de debate entre historiadores y musicólogos.
En 1897,
las autoridades de Nueva Orleans establecieron Storyville como un distrito de
zona roja o tolerancia legalizada, con
la intención de concentrar y regular la industria del placer. Durante dos
décadas, el barrio fue el epicentro de la vida nocturna de la ciudad,
albergando burdeles, salones y clubes donde la música era un componente
esencial. En estos espacios, pianistas y bandas en vivo amenizaban las noches
con un repertorio que incluía blues, ragtime y las primeras formas de jazz.
Entre los
músicos que pasaron por Storyville se encuentran figuras como Jelly Roll
Morton, quien trabajó en los burdeles tocando el piano y desarrollando su
característico estilo. Louis Armstrong, aunque demasiado joven para haber
actuado allí antes de su cierre en 1917, también se vio influenciado por la
efervescencia musical que caracterizó a la ciudad en ese período.
A pesar
de la romántica imagen de Storyville como el lugar de nacimiento del jazz,
muchos investigadores argumentan que su importancia ha sido exagerada. La
música de Nueva Orleans florecía en múltiples escenarios fuera del distrito,
como los desfiles de bandas callejeras, las sociedades de baile y los teatros
de vaudeville. Además, la interacción entre músicos no se limitaba a los
burdeles de Storyville, sino que ocurría en toda la ciudad, en eventos
comunitarios y celebraciones festivas.
El cierre
de Storyville en 1917, impulsado en parte por presiones del gobierno federal,
coincidió con la diáspora de músicos de Nueva Orleans a otras ciudades como
Chicago y Nueva York. Este éxodo contribuyó a la difusión del jazz por todo
Estados Unidos, consolidando su evolución como género musical.
Storyville
jugó un papel en la historia del jazz, pero no fue su única cuna ni el único
espacio donde el género se desarrolló. Más bien, fue parte de un ecosistema más
amplio que permitió la gestación de un estilo musical que se convertiría en una
de las más grandes contribuciones culturales de Estados Unidos al mundo. El
mito de Storyville sigue vivo, pero la verdadera historia del jazz es mucho más
rica y diversa.
Por Marcelo
Bettoni