Si bien Nueva Orleans es reconocida como la cuna
del jazz, fue en Chicago donde esta música encontró un nuevo camino, evolucionó
y adquirió una mayor proyección. En la década de 1920, la ciudad del viento se
convirtió en un imán para los músicos de jazz que emigraban del sur de Estados
Unidos, dando origen a un sonido más moderno y sofisticado. Este periodo marcó
el tránsito del jazz desde su etapa primitiva hasta su consolidación como un
género con identidad propia dentro del universo de la música popular.

El desarrollo del jazz en Chicago no puede
entenderse sin considerar el contexto de la Gran Migración Afroamericana.
Durante las primeras décadas del siglo XX, cientos de miles de afroamericanos
dejaron el sur rural de Estados Unidos y se dirigieron al norte en busca de
mejores oportunidades laborales y sociales (Grossman, 2002). Factores como la
segregación racial, la pobreza extrema y la mecanización de la agricultura en
el sur empujaron a muchas familias a mudarse a ciudades industriales del norte
como Detroit, Nueva York y, especialmente, Chicago (Berlin, 2010).

Paralelamente, el cierre de Storyville en Nueva
Orleans en 1917, ordenado por el secretario de Marina de los Estados Unidos,
dejó sin empleo a numerosos músicos que dependían de los clubes nocturnos y los
burdeles de ese distrito. Como resultado, muchos de ellos se trasladaron a
Chicago, que ofrecía no solo trabajo en una escena musical floreciente, sino
también nuevas oportunidades en la industria discográfica emergente (Gioia,
2011).

Chicago en los años 20 era una ciudad vibrante y en
plena expansión. La Ley Seca (1920-1933), que prohibió la venta de alcohol en
todo el país, dio lugar a una red de bares clandestinos o speakeasies,
donde la música en vivo se convirtió en un elemento esencial del
entretenimiento nocturno (Tirro, 1993).

Algunos de los clubes más emblemáticos de la época
fueron:

La migración de músicos de Nueva Orleans a Chicago
no solo permitió la supervivencia del jazz, sino que también impulsó su
evolución. Varios artistas fundamentales dejaron una huella imborrable en la
historia del género:

El jazz de Chicago representó una evolución
significativa respecto al estilo de Nueva Orleans. Mientras que en Nueva
Orleans predominaba la improvisación colectiva y un sonido más crudo, en
Chicago los músicos comenzaron a dar mayor énfasis a los solos individuales y a
la sofisticación instrumental.

Los cambios clave del estilo de Chicago incluyen:

El blues fue otro componente esencial de la escena
de Chicago en los años 20. La ciudad no solo se convirtió en el centro del
jazz, sino también en la meca del blues urbano. Intérpretes como Ma Rainey,
Bessie Smith y Ida Cox dieron forma al llamado “blues clásico”,
caracterizado por una estructura de 12 compases y una mayor presencia
instrumental (Davis, 1995).

El encuentro entre el jazz y el blues en Chicago influyó
en la evolución del género. En esta fusión, el blues aportó la expresividad
melódica y el sentimiento, mientras que el jazz contribuyó con la improvisación
y la complejidad armónica (Borneman, 1969).

Gracias a la industria discográfica y la radio, la
música que se tocaba en los clubes de Chicago llegó a audiencias de todo el
país y del mundo (Tirro, 1993). Incluso después de que Nueva York se
convirtiera en el nuevo centro del jazz en la década de 1930, Chicago mantuvo
su importancia como una ciudad clave en la historia del género.

Por Marcelo Bettoni

Fuentes citadas

 

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