Kansas City como Cuna del Jazz de la
Era del Swing
Durante la década de 1920, el jazz experimentó una
expansión que, lejos de limitarse a los grandes centros urbanos como Nueva York
y Chicago, se diseminó por el vasto territorio de los Estados Unidos a través
de una red de bandas territoriales. Estas agrupaciones, conocidas como territory
bands, florecieron en ciudades de tamaño medio y pequeñas, lejos de los
focos tradicionales de la música popular. Sin embargo, su influencia fue tan
profunda que su impacto resuena hasta hoy en las estructuras de lo que eventualmente
sería la era del swing.
Las territory bands no solo desempeñaron un papel
crucial en la democratización del jazz, llevando este estilo musical a lugares
recónditos del país, sino que también se constituyeron en una plataforma vital
para los músicos emergentes. Muchas de las figuras más importantes del jazz,
como Count Basie, Lester Young y Buck Clayton, pasaron por las filas de estas
bandas antes de alcanzar fama en las grandes orquestas de la época. De hecho,
estas bandas no solo representaban un espacio de trabajo estable en ciudades
periféricas, sino también un laboratorio creativo donde se experimentaba con
las estructuras del jazz y el blues, creando sonidos distintivos que, en
algunos casos, trascendieron las fronteras regionales.
Una característica fundamental de las territory bands
fue su estructura flexible, adaptada tanto a los gustos locales como a las
influencias que los músicos traían de otras zonas. Estos conjuntos a menudo
eran más pequeños que las grandes orquestas de Nueva York o Chicago, pero su
creatividad era igualmente vasta, con formaciones que iban de quintetos a
grupos más grandes, conformados por hasta quince músicos. Aunque limitadas en
cuanto a su presencia geográfica, las territory bands desempeñaron un
papel crucial en la consolidación de los elementos fundamentales que definieron
el jazz moderno.
Uno de los lugares más emblemáticos para la música de las
territory bands fue Kansas City, un crisol de influencias musicales que
dio lugar a una particular forma de jazz. Esta ciudad se distinguió por su
ambiente tolerante hacia los clubes nocturnos que ofrecían alcohol, apuestas y
otros tipos de entretenimiento. Estos lugares se convirtieron en espacios de
trabajo regulares para los músicos de la región, permitiendo que la música de
jazz prosperara en un contexto de creatividad constante.
Kansas City fue, en muchos sentidos, una ciudad única en
el panorama musical estadounidense. Aquí, el jazz no solo fue una forma de
entretenimiento, sino una parte integral de la identidad cultural de la ciudad.
En este entorno, la interacción entre músicos de diferentes orígenes, así como
la influencia del ragtime y del blues, propició el desarrollo de un estilo
particular de jazz. Esta variante, conocida como Kansas City jazz, se
caracterizó por su énfasis en los solos improvisados y el uso de riffs, que se
convirtieron en la piedra angular de este subgénero.
El repertorio de Kansas City, fuertemente influenciado
por el blues, incluía blues de 12 compases, canciones populares y temas
instrumentales. En este estilo, los arreglos eran simples pero efectivos, con
una estructura basada en riffs que servían tanto como la base para los solos
como el acompañamiento para los músicos que tomaban la delantera. La
introducción del walking bass (bajo en negras sobre un compás de 4/4),
un rasgo característico de esta escuela, también se consolidó como uno de los
pilares rítmicos del jazz de la región.
Las dos orquestas más emblemáticas de este estilo fueron
las lideradas por Bennie Moten y Walter Page. La banda de Moten, fundada en
1923, comenzó como un sexteto que rápidamente se expandió, incorporando nuevos
músicos y elementos que definirían el sonido de Kansas City. A medida que
avanzaba la década, la banda incorporó saxofones y una sección rítmica más definida,
lo que le permitió expandir su repertorio y su influencia. La entrada de Count
Basie en 1929, como pianista y director de la banda, marcó un punto de
inflexión, ya que Moten pasó de un estilo tradicional a un enfoque más moderno
que incorporaba la improvisación más libre y un enfoque más dinámico del swing.
El estilo de las orquestas de Kansas City era
inconfundible. La interacción rítmica entre los músicos, especialmente en la
sección rítmica compuesta por Jo Jones en la batería, Walter Page en el contrabajo,
Freddie Green en la guitarra y Count Basie en el piano, produjo una sonoridad
única. Esta sección rítmica era capaz de crear un “swing perfecto”,
como lo describió el propio Jo Jones, un flujo constante entre los compases que
se convirtió en la base para el jazz de la era del swing. Los solistas de la
banda, como Lester Young (saxo tenor) y Buck Clayton (trompeta), desarrollaron
una técnica y un estilo que se influirían mutuamente a lo largo de sus
respectivas carreras, contribuyendo al crecimiento del jazz en décadas
posteriores.
El liderazgo de Basie en la orquesta de Moten tras la
muerte de este último en 1935 representó la transición de la banda hacia un
sonido más orientado al swing. Con el respaldo de figuras como Benny Goodman y
el crítico musical John Hammond, la orquesta de Basie alcanzó notoriedad
internacional, convirtiéndose en una de las formaciones más destacadas de la
época.
El impacto de las territory bands no se limitó a
las ciudades donde nacieron. Músicos como Buck Clayton, Harry Edison, Lester
Young, y muchos otros, no solo marcaron la pauta del jazz de Kansas City, sino
que sus influencias se expandieron al resto del país y del mundo. Estas bandas
demostraron que, si bien la música se originaba en centros como Nueva York y
Chicago, la creatividad y la innovación podían surgir de cualquier rincón de
los Estados Unidos.
Al contribuir al desarrollo del jazz moderno, las territory
bands también facilitaron el tránsito hacia la era del swing. Este estilo
de jazz, caracterizado por una mayor estructura y un ritmo más marcado, dominó
las décadas de 1930 y 1940, y dejó una huella indeleble en el desarrollo de la
música popular mundial.
El jazz de las territory bands, particularmente el
de Kansas City, representa una de las fases más creativas y menos reconocidas
del género. Si bien las orquestas de Nueva York y Chicago suelen acaparar la
atención histórica, es esencial recordar que el jazz, tal como lo conocemos
hoy, fue forjado también por las bandas de ciudades más pequeñas y las interacciones
espontáneas entre músicos que, en muchos casos, no alcanzaron la fama mundial
pero sí dejaron una marca indeleble en la evolución del género. Las territory
bands son, sin duda, una parte fundamental de la rica y compleja historia
del jazz.
Por Marcelo Bettoni
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