En 1929,
Louis Armstrong ya era un nombre conocido dentro de la esfera del jazz, pero
aún no gozaba de la estabilidad financiera ni del reconocimiento que merecía. A
pesar de ser una de las estrellas más brillantes del firmamento musical, su
música aún estaba relegada a un público específico: las comunidades
afroamericanas. En ese entonces, el jazz se consideraba una forma de música
popular “corrupta”, una evolución del ragtime que, al igual que el
blues, era percibido como una corriente más propia de los sectores marginales y
racializados.
El panorama
musical de esa época estaba marcado por la segregación, incluso en el mercado
de discos. Existían discos de “raza”, destinados al consumo exclusivo
de los afroamericanos, y aunque su popularidad dentro de la comunidad negra era
innegable, el jazz no era aceptado ni comprendido por el público general. Sin
embargo, la versatilidad de Armstrong y su talento natural no conocían
fronteras, y poco a poco, el trompetista comenzó a conquistar nuevas audiencias
más allá de las barreras raciales.
El verdadero
punto de inflexión en la carrera de Armstrong llegó cuando, en 1929, se
trasladó de Chicago a Nueva York. En la ciudad que nunca duerme, encontró un
nuevo espacio de expresión artística y, sobre todo, un público ávido de su
música. Consiguió trabajo en Connie’s Inn, un club nocturno popular en Harlem,
donde, además de tocar, cantaba el número “Ain’t Misbehavin'”, una de
sus primeras grabaciones exitosas. Fue en ese momento cuando Armstrong comenzó
a cosechar la fama que trascendería fronteras raciales y musicales.
El estilo
vocal de Armstrong era absolutamente único. Su voz, áspera y grave, contrastaba
con la suavidad de otros cantantes de la época, pero su flexibilidad, su
inflexión precisa y su capacidad de fraseo lo convirtieron en un maestro en el
arte del canto. Al igual que en su trompeta, Armstrong utilizaba su voz como un
instrumento más, tocando con ella las emociones más profundas, llevando su
interpretación a un nivel que pocos artistas de su tiempo alcanzaban.
Su
discografía en estos años fue vasta, interpretando obras de compositores como
Hoagy Carmichael, Harold Arlen, Eubie Blake y Andy Razaf, entre otros. Su
manera de cantar, marcada por su dicción impecable y su expresión vibrante,
tuvo una gran influencia en otros grandes de la música popular, como Bing
Crosby y Billie Holiday, quienes adoptaron ciertos elementos del estilo de
Armstrong en sus propios repertorios.
Lo fascinante
de Armstrong no solo radicaba en su virtuosismo como trompetista y cantante,
sino en su capacidad de romper con las divisiones sociales y raciales a través
de su arte. En su momento, no existían muchos artistas que pudieran unir a
diferentes públicos, pero Armstrong se convirtió en ese fenómeno, un artista
“crossover” que consiguió el reconocimiento universal de fanáticos de
todas las razas y clases sociales.
Así, en el
amanecer de la década de 1930, Louis Armstrong no solo se consolidó como una de
las figuras más grandes del jazz, sino como un pionero del cambio cultural,
desafiando las convenciones de su tiempo y dejando una huella imborrable en la
historia de la música.
Tema: “Ain’t
Misbehavin’” by Andy Razaf,
Thomas “Fats” Waller, and H. Brooks
Lyrics: Letra
“No one to talk with, all by myself.
No one to walk with, but I’m happy on the shelf.
Ain’t Misbehavin’, I’m saving my love for you.
I know for
certain, the one I love.
I’m through with flirtin’; it’s just you I’m thinking of.
Ain’t Misbehavin’, I’m saving my love for you.
Like Jack Horner
in the corner, don’t go nowhere.
What do I care? Your kisses are worth waiting for, believe me.
I don’t stay out late, don’t care to go.
I’m home about eight, just me and my radio.
Ain’t Misbehavin’, I’m saving my love for you.”
“Ain’t Misbehavin’” (Duración:
3:22)
0:00 Solo de trompeta; Armstrong toca la
melodía
0:29 Solo de clarinete en registro alto
0:44 La banda continúa con la melodía; interrupción del piano
0:59 Armstrong canta “Ain’t
Misbehavin’”
1:57 Interrupción del saxofón
2 2:01 Solo de trompeta; Armstrong improvisa sobre lo que cantó
2:13 Interrupción de trompeta
2:17 Armstrong continúa improvisando sobre la melodía
2:29 Interrupción de trompeta
2:50 La banda toca la melodía con
Armstrong sobresaliendo sobre todos
Coda 3:03 El final comienza con Armstrong tocando cadencias, terminando en una
nota alta.