Este artículo forma parte de mi libro “Las rutas del jazz”, en el que no
solo repaso la historia de este género tan influyente, sino también su
evolución, desde sus raíces en Nueva Orleans hasta su expansión y
transformación en un fenómeno global. (Pág.
255)

 “Una joven de tan solo doce años inició su
carrera como cantante y pianista en los clubes de Nueva Orleans. Su nombre era
Emma Barrett (1897-1983). Al poco tiempo, se convirtió en una de las figuras
más populares de Bourbon Street. Se la conocía como la “Bell Gal”, y tenía el
hábito de usar un vestido rojo, una gorra roja tejida y campanitas en sus ligas
que tintineaban mientras marcaba ritmos con los pies. En 1923, Barrett tocaba
con ‘Papa’ Celestin y, posteriormente, se unió a la Original Tuxedo Orchestra de
Bebe Ridgley. Décadas más tarde, creó y encabezó su propia banda llamada Sweet
Emma and the Bells. Comenzó a grabar su música en la década de 1960 y lanzó su
primera grabación para el álbum Riverside Records New Orleans: The Living
Legends en 1961. Emma Barrett evoca con maestría la efervescente escena musical
de Nueva Orleans y la figura del icónico trompetista Louis Armstrong. En
aquellos días, se gestaba una emocionante rivalidad entre las bandas locales,
que se desafiaban mutuamente en apasionados duelos musicales en las bulliciosas
esquinas de la ciudad. Estas competencias, conocidas como “contests”,
constituían eventos vibrantes donde los músicos, llegando en camiones,
anunciaban con entusiasmo el inicio del baile y comenzaban a tocar”.

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